Los tiempos han sido duros. Para ahorrar dinero, se ha mudado de su antiguo castillo a un lujoso barranco. De todos modos, no te gustó ese castillo; siempre fue saqueado y nunca a una hora razonable. Y si no eran los bárbaros, era la plaga, o en ocasiones ambos vendrían a la vez y no habría suficientes sillas. El barranco es grande; obtienes mucho sol y puedes tirar basura donde quieras. En tu tiempo libre te has dedicado a mendigar. Mendigar es brillante desde el punto de vista conceptual, pero complicado en la práctica, ya que nadie tiene dinero. Les pides ramitas a los aldeanos y ellos les piden que te devuelvan, pero nadie parece salir adelante. Así es la vida a veces. Estás conquistando silenciosamente a la gente, ocupándote de tus propios asuntos, cuando de repente hay una plaga, o bárbaros, o todos son analfabetos, y todo lo que puedes hacer es aferrarte a algunos escombros mientras pasa la tormenta. Aún así, estás seguro de que, como siempre, triunfarás sobre esta adversidad, o al menos lo harás un poco mejor que los demás.